Monday, September 27, 2010

Levantar Cabeza - From the Vault - By Dagoberto Valdés

The pull quote:

"The greatest and worst blockade is that which has been implanted on the creativity, the self-management, and the independent labor of Cubans."


El mayor y peor bloqueo es aquel que se ha implantado sobre la creatividad, la gestión propia y el trabajo independiente de los cubanos.”

- Dagoberto Valdés, Vitral, January 19, 2004

* * *

A Number of years ago I came across this extraordinary essay by the former editor-in-chief of Vitral Magazine, Dagoberto Valdés. While Valdés can now be found at the new publication Convivencia (and at its blog Intramuros), his wise and deeply humane words from 2004 are especially pertinent NOW, as the Cuban government declares its new policy of not just tolerating self-employment, but promoting it.

Let's hope that Raul's advisors consider the arguments in this document as they consider the details of he new self-employment regulations to be announced in October.

It's perhaps the most powerful and succinct argument in favor of self-employment and a private enterprise sector that I encountered during all the research related to my thesis.

«LEVANTAR CABEZA»

Por Dagoberto Valdés Hernández, Revista Vitral - Pinar del Río

Enero 19, 2004

Casi todos los días, mientras espero la carreta para ir a las yaguas, me encuentro con un amigo, antiguo maestro, que siempre anda apurado en su bicicleta.

Siempre le pregunto: ¿cómo va la cosa? Y siempre me contesta igual: ¡Ahí, tratando de levantar cabeza!



Al paso del tiempo, me ha ido contando sus intentos para encontrar una forma honrada y suficiente para mantener a sus tres hijos. Primero, puso una pizzería, tuvo que quitarla porque «se lo comieron a multas los inspectores»-según me explicó-. Le dije que quizá las condiciones no eran buenas pues era en un portal...Mi amigo encogió los hombros y me dijo ¡hasta bata blanca tenía!

A los dos meses me dijo había puesto un banco de alquilar películas pero tuvo que quitarlo porque le decomisaron los filmes y le prohibieron alquilar... Le dije que a lo mejor alguna película tenía un contenido reprobable...Mi amigo me miró serio y me dijo ¡figúrate, las grabé de las películas del sábado!

Al comienzo de este año me dijo que ahora sí había encontrado la forma de “levantar cabeza”, vendía “fritas” en un carrito ambulante en una esquina muy popular. A la semana le colocaron, por casualidad otro carrito de una “cadena” estatal que vende las mismas fritas pero con menor calidad. Entonces le dije: y por qué la gente no te compra las tuyas que están mejores. Un poco molesto me contesta: ¡cómo me van a comprar si tuve que quitarme porque vino un inspector de salud pública y me mató a multas y decretos por las mismas cosas que tenía el carrito de al lado, pero me dijo que aquel era responsabilidad del “organismo”.

No voy a seguir contando el “vía crucis del cuentapropista” porque todos los cubanos conocemos esta “calle de amarguras”. Luego pasó a vender maní, a parquear bicicletas, a vender puercos, a criar pollos, a hacer vinos, ahora tiene una barbería en un portal... Fui yo quien pasé por allí y cuando le hice la
consabida pregunta: eh, mi amigo, ¿cómo va la cosa?

Me guiñó un ojo, y mirando para ambos lados, me dijo con esa picardía cubana: ¡Aquí, mi amigo, chapeando bajito... a ver si me dejan levantar cabeza!

La lucha por la supervivencia
Así es la vida de la inmensa mayoría de los cubanos de hoy. En el fondo hay un problema serio y sin solucionar: los salarios son insuficientes y el sueldo no da para vivir. Mucho menos para guardar para cuando se presente una emergencia y, todavía menos, para progresar modestamente como es deseable y legítimo.

Nadie puede vivir, lo sabemos, con esta fractura entre la moneda en que te pagan y la divisa en que tienes que comprar. Los atrasos que se generan en el pago de las estimulaciones en divisas y la disminución de los porcientos debido a la irrentabilidad de las empresas agravan esta lucha por la subsistencia y fomentan el abandono de los puestos de trabajo porque “la cuenta no da”.
Entonces, en la calle, se establecen dos caminos para ganarse la vida: los que optan por la vía de la ilegalidad, el robo, la corrupción... y los que intentan levantar cabeza por medios honestos, con el propio trabajo, con una cuota no pequeña de sacrificios. Se entiende que los que optan por la delincuencia se topen con las medidas correctivas y con la condena de la sociedad.

Pero, ¿por qué se trata a casi todo el que trabaja por cuenta propia como si fuera una persona marginal, no confiable, sujeto de cierta “peligrosidad”? ¿Por qué se teme a la iniciativa de los ciudadanos?


En realidad hay una pregunta mucho más profunda que debemos hacernos: ¿Qué es lo que se considera peligroso, la persona del que no es empleado del Estado y tiene un trabajo por su cuenta, o se teme a la iniciativa propia de los ciudadanos?


Se trata, a mi manera de ver, de un miedo a la capacidad de autogestión de los ciudadanos. Se trata de miedo a que una persona tome las riendas de su vida económica, se busque un trabajo honesto que le permita tener lo necesario para vivir por su cuenta y no depender de un salario del Estado.


Se teme a estas iniciativas no sólo por la independencia económica que puede alcanzar un trabajador por cuenta propia, sino a que esa independencia trae consigo misma una gestión propia, una independencia del Estado que ejerce el papel de único empleador. Porque éste constituye el más grande control ejercido sobre los cubanos. Si hay un único empleador hay que “portarse” bien con él porque si no haces lo que se te pide, pierdes el trabajo y no tienes con qué alimentar a tu familia. Precisamente por esto tenemos dos alternativas: o pasas a luchar la vida en el sector de los cuentapropistas con todos los riesgos, presiones y discriminaciones que esto conlleva, o te cambias de trabajo para volver a caer bajo el control y la dependencia del mismo “dueño”: el Estado. Y ya lo dice aquel lamentable pero todavía real refrán popular: el que paga, manda.

Así, los cubanos se debaten hoy en este círculo vicioso que como la legendaria serpiente se muerde su propia cola: con el trabajo con el Estado no hay quien levante cabeza y cada vez que lo intentan por cuenta propia, enseguida les cortan las alas y....a volver a empezar. Está demostrado: el trabajo por cuenta propia puede constituir un proyecto de vida para cualquier ciudadano honesto.

Este trabajo no solamente da para sostener y alimentar a la familia sino que puede ir más allá de lo económico ya que ayuda a un proceso de desarrollo de la propia personalidad del cuentapropista que al ver que su negocio pudiera prosperar con sus propias iniciativas y esfuerzos toma confianza en sí mismo, eleva su autoestima, confía más en sus propias posibilidades de progresar, se libera del sometimiento servil a las estructuras burocráticas del Estado, se libera del miedo a quedarse sin recursos para sostener a su familia y se libera, en fin, de esa otra dependencia que lo ata toda la vida a tener dos caras para complacer al Estado que le da trabajo, impidiendo que piense con su cabeza, que diga sin miedo lo que piensa y que actúe de acuerdo con lo que piensa y con lo que dice.

Una sociedad en la que se desaten estas potencialidades personales y estas fuerzas de desarrollo social basada en la autogestión de los propios ciudadanos, no sólo mejora el nivel de vida sino que facilita el desarrollo humano integral. No puede haber cultura general integral si no se permite levantar cabeza a los ciudadanos. La cultura general integral debe cultivar también una cultura del trabajo, una cultura de vida en la que cada persona aprenda a cultivar sus cualidades y capacidades hasta llegar a ser un ciudadano adulto que no dependa toda la vida de lo que le dan, de lo que le toca, de lo que le pagan, de lo que le quitan o le regalan.

Un pueblo culto es un pueblo que ha aprendido a levantar cabeza por sí mismo. Es un pueblo que levanta la cabeza porque tiene algo dentro de ella, porque quiere pensar con cabeza propia y quiere que se le permita desarrollar ese pensamiento propio y ponerlo pacíficamente en práctica. Hoy se habla mucho de los estímulos materiales y morales. Se intenta aliviar los salarios que no alcanzan con un plan de estimulación.

Parece mentira que en un país con las potencialidades humanas, las capacidades intelectuales, laborales y de relaciones sociales propias de la idiosincrasia del cubano, se reduzcan e identifiquen esas estimulaciones con una jabita de aseo, con el derecho a comprar un televisor, con un campismo o un porciento de una moneda extranjera...que, por otro lado, hay que ir a gastar obligatoriamente a las tiendas llamadas, sin recato, “recaudadoras de divisas”, regresando a manos del que lo concedió como una dádiva estimuladora pero que no permite invertir con ellas, ni crear nuevos empleos, ni conceder autonomía al ciudadano. Esto, ni soluciona el problema, ni conduce a la raíz del mismo, ni estimula la verdadera forma de ser del cubano, que es una persona emprendedora casi por naturaleza propia. Esas estimulaciones hablan muy bajo de lo que es capaz de estimular a nuestro pueblo.

En el período de 1994 a 1996 cuando se liberaron varios empleos y trabajos por cuenta propia, se demostró, sin lugar a dudas, lo que es capaz de resolver la creatividad, el espíritu emprendedor y la potencialidad de abrirse camino y levantar cabeza de los cubanos, de todos, porque lo mismo progresó un profesional que un campesino que un obrero o una ama de casa. Ese debería ser el verdadero plan de estimulaciones que el Estado cubano debería liberar. Porque estimula sin crear dependencias. Porque desarrolla las potencialidades humanas sin someter las conciencias. Porque permite que cada ciudadano preste un servicio o un producto social sin tener que ponerse máscaras en la cara, en el cerebro y en el corazón, ni tener que rendir un tributo de obediencia incondicional al Estado como único empleador.

Por eso la crisis económica de Cuba no ha levantado cabeza. Es verdad que tenemos un embargo económico y que el aislamiento internacional crece provocado por conductas internas, pero el mayor y peor bloqueo es aquel que se ha implantado sobre la creatividad, la gestión propia y el trabajo independiente de los cubanos.


Una última pregunta nos puede conducir a una reflexión muy seria y grave: ¿Por qué sabiendo que al liberar el trabajo por cuenta propia los cubanos hemos demostrado nuestra inmensa capacidad de recuperación y la posibilidad real de progreso y mejora del nivel de vida y de los servicios en general el Estado ha cerrado la concesión de muchas nuevas patentes?. ¿Por qué se ha detenido ese proceso?, ¿por qué se han disminuido los trabajos por cuenta propia?, ¿por qué la mayoría de los cubanos de a pie que intentan trabajar honradamente cada vez que intentan comenzar un trabajo independiente no pueden levantar cabeza?

Cuba sí tiene posibilidades reales de salir de la crisis en que vive. Cuba puede solucionarla, en primer lugar, con su propio esfuerzo. Cuba tiene todas las capacidades y potencialidades para progresar. Cuba tiene el primero y principal de los recursos que se necesitan para salir de esta situación extrema: ese primer y más importante “recurso” son los propios cubanos. Ellos “son y deben ser los protagonistas de su propia historia personal y nacional”.

Pero esto no es posible, no puede haber protagonismo de los cubanos, no puede haber ejercicio de la soberanía que todos tenemos por derecho propio, sufriendo ningún tipo de bloqueos, especialmente con el bloqueo de la iniciativa, de la participación cívica y de la gestión independiente o asociada de los
ciudadanos.

Por eso, tiene razón mi amigo que está luchando por trabajar honradamente para mantener a su familia y no tener que marcharse de este país: ¡Lo único que hace falta es que nos dejen levantar cabeza!

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